BEIRUT, LLORO POR TI… Veo y escucho las noticias y no puedo creer lo que esta sucediendo, Beirut esta siendo destrozada, el Líbano esta siendo partido en dos, imágenes de civiles quemados y mutilados surgen a diario en los televisores de todo el mundo, las cadenas internacionales de noticias como CNN, Fox News, BBC y Al-Jazeera, dan cuenta de la ofensiva israelí que inició tras el secuestro de dos soldados israelíes por parte del grupo islámico Hezbollah. Al observar todas estas apocalípticas escenas en la televisión, vinieron a mi mente aquellos hermosos recuerdos de la capital libanesa que visité en septiembre de 2003. Después de 20 cruentos años de guerra civil, Beirut se había vuelto a poner de pie y los libaneses habían logrado volver a reconstruir aquella ciudad que anteriormente era considerada la perla del Medio Oriente, y que hoy solamente son ruinas. El arduo trabajo que realizó el asesinado ex Primer Ministro libanés Rafik Hariri para regresarle a Beirut el lugar que le correspondía como una de las capitales más hermosas y cosmopolitas del mundo, se desvanecía después de 8 días de intensos bombardeos por parte de la aviación israelí. Hoy, Beirut es símbolo de destrucción y desolación, las cifras de civiles muertos aumentan día con día y desafortunadamente son ellos, los civiles comunes y corrientes los que están pagando las consecuencias de la cerrazón de Hezbollah y del gobierno de Israel. La razón de este conflicto se remonta más allá de una simple captura de dos soldados israelíes, aquí se están jugando las piezas de un complicado tablero de ajedrez llamado Medio Oriente. En este conflicto existen varios actores externos que tienen profundos intereses para asegurarse una influencia regional y que desgraciadamente hoy como hace 20 años, Líbano es quien paga el precio. Irán y Siria son dos países con fuertes lazos con Hezbollah, son ellos quienes patrocinan y entrenan a este grupo islámico que tienen como objetivo la destrucción del Estado de Israel y la creación de un Estado teocrático en el Líbano muy a semejanza del Estado de Irán gobernado por los Mullahs. Por otro lado, para Estados Unidos e Israel, la destrucción de Hezbollah es de vital importancia para su campaña contra el terror y para consolidar su hegemonía militar en la región. Desafortunadamente quien esta pagando el precio de esta lucha regional es el país más débil de todos y más fracturado al interior como es el Líbano. Hoy en día existe el grave riesgo de que este país vuelva a ser arrastrado a una sangrienta guerra civil entre las distintas facciones que lo componen. La comunidad cristiana libanesa se ha opuesto desde siempre a la presencia de Hezbollah y asimismo ha hecho reiterados llamados para su desarticulación, pero al mismo tiempo se oponen a los bombardeos israelíes que en vez de estar destruyendo la infraestructura y las bases de Hezbollah, esta matando civiles inocentes. Por otro lado, la comunidad chiíta libanesa ha expresado su apoyo a la resistencia encabezada por Hezbollah y no dudan en continuar con este apoyo hasta el final. Todo esto, lo único que esta generando es una polarizaciòn de las dos comunidades más importantes en el Líbano, lo cual, puede ser de gran peligro, ya que puede prender de nueva cuenta la corta mecha que existe en este volátil país. Hace un par de días, puede hablar con mi primo Joe que se encuentra en Beirut y me decía con profunda tristeza que estaba decepcionado y frustrado por lo que estaba sucediendo, me comentaba que tuvieron que dejar Beirut e irse a las montañas donde tiene una casa, ya que la situación en la ciudad era insoportable, decía que las bombas no dejaban de caer y que los edificios se cimbraban a cada momento. Joe es un libanés como muchos otros, que creían y siguen creyendo en su país, que aun teniendo la oportunidad de dejarlo, prefirió quedarse y darle una oportunidad, a mi me consta, yo lo vi, Joe vivía como un rey, gozaba de las veleidades que ofrecía el Líbano, y él era uno de los tantos ejemplos de que la economía de este país iba creciendo. Hoy, Joe me expresaba su gran dolor y me decía con una voz entrecortada, “Beirut, lloro por ti…”.